Anthony Joshua

Anthony Joshua retuvo sus tres coronas del peso pesado noqueando al retador Kubrat Pulev

Daniel Pi
@BastionBoxeo

Wembley Arena, Londres, Reino Unido. Campeonato mundial WBA, WBO e IBF del peso pesado. Primera defensa del segundo reinado del monarca unificado Joshua.

Si el máximo impedimento para la disputa del esperadísimo choque del peso pesado entre los británicos Anthony “AJ” Joshua 24(22KO)-1(1) y Tyson Fury era que el primero de ambos resolviese satisfactoriamente su defensa obligatoria ante el búlgaro Kubrat “The Cobra” Pulev 28(14KO)-2(2), hemos quedado ya emplazados a ver en 2021 el enfrentamiento por el número 1 de la categoría máxima. Y es que Joshua en la noche del sábado derribó en cuatro ocasiones y noqueó en el noveno round a su aspirante para retener sus tres títulos mundiales del peso pesado y dejar el camino abierto para la conclusión de las negociaciones para enfrentarse a Fury.

El primer asalto fue un round de tanteo en el que poco más sucedió destacable que algunos jabs del monarca, debiéndose esperar al segundo asalto hasta que Joshua tiró una contundente combinación de curvos entremedio de mucha calma, espacios y pocos jabs.

Con todo, en el tercer episodio una espectacular derecha en ballesta estremeció a Pulev, que fue hostigado por rectos y combinaciones de curvos hasta que, después de darle la espalda a su adversario en un par de ocasiones, recibió una cuenta. Realmente durante unos instantes pareció que el tercer hombre había detenido el combate, ya que Pulev aparentemente ni había tocado la lona ni había evitado caer por las cuerdas, pero se produjo una cuenta, que no fue la última del round: en la reanudación un jab de Joshua sacudió a Pulev, que de nuevo fue alcanzado duramente por golpes de poder hasta que un uppercut diestro le tiró al tapiz.

Quizás por haber usado tantas energías en el episodio precedente, en el cuarto Joshua no se mostró ya tan activo, aunque tampoco podía recibir presión por parte de un Pulev todavía afectado y que antes de la caída ya fallaba manos por su menor rapidez. En cualquier caso, aunque el jab y algunos directos diestros de “AJ” fueron decantando de su lado los rounds junto a alguna oportuna esquiva, la pelea terminó embarrándose con repetidos clinches y poco nítidos golpes entre agarres, combate físico que comenzó a cansar a Joshua, que no es conocido precisamente por tener la mejor de las resistencias.

Así, en el séptimo round el británico sacó una nueva andanada de curvos que ya no fue tan precisa, recibiendo además algún que otro jab y directos claros por parte de un Pulev que se mostraba recuperado y que encontraba más huecos que en los tramos precedentes. No obstante, tras este mínimo amago de reacción del búlgaro, en el noveno episodio un uppercut diestro de Joshua dañó decisivamente a Pulev, que cayó a la lona tras ser hostigado y un tanto empujado. Finalmente, una última derecha recta perfectamente ejecutada por Joshua tumbó por cuarta vez al retador, que trató de alzarse pero que no podía ya seguir en la pelea.

Hace sólo unos días tanto el promotor de Joshua, Eddie Hearn, como el de Fury, Bob Arum, dejaron claro que estaban completamente dispuestos y preparados para terminar las negociaciones para el enfrentamiento entre ambos, por lo que existen motivos reales para el optimismo y para esperar que al fin se produzca uno de los máximos combates de la actualidad de todas las divisiones.

Lógicamente, la pretensión de Oleksandr Usyk de reclamar a primeros del próximo año su asalto obligatorio a la corona WBO que posee Joshua y el litigio iniciado por el equipo del excampeón Deontay Wilder para exigir la tercera pugna contra el monarca WBC Fury son aspectos que no se pueden pasar por alto. Pero considerándose, por un lado, que se ha señalado que Joshua (pese a su público objetivo de aunar las cuatro coronas) estaría dispuesto a dejar su título de la Organización para mantener viva la pelea contra su compatriota y, por el otro, que se afirma que Wilder no tiene base ya según el contrato para pedir un nuevo duelo ante Fury, no son estos obstáculos por el momento tan altos como para que sean considerados una amenaza insalvable para la disputa definitiva del considerado por algunos expertos como el mayor duelo de la historia del boxeo británico.