John Riel Casimero tras su victoria ante Guillermo Rigondeaux

Casimero tuvo incontables fallos ante la elusividad de Rigondeaux pero retuvo su cinturón por controvertida decisión dividida

Daniel Pi
@BastionBoxeo

Dignity Health Sports Park, Carson, Estados Unidos. Campeonato mundial WBO del peso gallo. Segunda defensa del titular Casimero.

Hay combates que según la perspectiva desde la que se miren pueden verse de manera muy distinta, especialmente si dos boxeadores tienen estilos tan opuestos como el filipino John Riel Casimero 31(21KO)-4(1) y el cubano Guillermo Rigondeaux 20(13KO)-2(1), de modo que no es sorprendente que el combate entre ambos púgiles haya generado lecturas tan dispares. Y es que mientras algunos creen que Rigondeaux le dio una lección de boxeo magistral a su adversario otros consideran que éste sólo corrió y que Casimero al menos intentó luchar por la victoria. Las opuestas visiones de esta pugna quedaron reflejadas en un controvertido veredicto dividido que resultó favorable a Casimero con puntuaciones de un excesivo 116-112, un absurdo e injusto 117-111 y un 113-115 para Rigondeaux.

El planteamiento de Rigondeaux fue el previsible, recurriendo a su gran juego de piernas y a sus magníficas esquivas para crear una pelea de bajo ritmo y con acciones aisladas en la que intentar frustrar al pegador Casimero. Los mayores problemas para el cubano llegaron en un susto en el primer round, dado que fue golpeado por dos puños en la nuca y tocó con el guante la lona, aprovechando Casimero para atacarle mientras estaba caído con varios curvos a la cabeza, acción que más que ilegal fue absolutamente sucia pero que, de forma increíble, sólo le supuso una advertencia por parte del tercer hombre.

Sea como sea, la movilidad y las acciones elusivas del “Chacal” y sus poquísimos puños, aunque a ojos de muchos hiciesen el combate insoportablemente tedioso, estaban sirviéndole para anular buena parte del peligro ofensivo de Casimero, que fallaba la mayoría de sus puños y que recibía oportunos jabs y aisladísimos directos que parecían decantar la mayoría de los asaltos. Por mera insistencia y por probabilidad estadística, después de haber lanzado decenas de puños Casimero acertaba alguna mano en hook, pero por lo general entonces Rigondeaux le contestaba inmediatamente, aunque fuese con un seco jab.

Puede que pasada la mitad Casimero tuviese unos rounds en los que fue algo más consistente y llegó con manos con un poco de regularidad, pero los momentos en que conectó nítidos hooks en este tramo o en el posterior fueron igualmente muy pocos y se perdieron entre las variadas esquivas del exmonarca, que para los últimos rounds volvió a imponer su elusividad dejando el acierto de “Quadro Alas” en mínimos.

Desde un sector se afirma que la mera voluntad de intentar combatir de Casimero ante un púgil que corrió el ring como un maratoniano sin deseo alguno de pelear le merece por sí misma la victoria al filipino. Con todo, no hay ninguna categoría en los criterios de puntuación de un asalto de boxeo profesional que diga que se le debe dar un round a un boxeador que tiene más voluntad combativa. En cambio sí se puede valorar la falta de golpes claros de Casimero, la ineficacia en sus ofensivas, el éxito defensivo de Rigondeaux y el control del ring del cubano. Así, y aunque hay gente que apoya la teoría del triunfo de Casimero únicamente por considerar que Rigondeaux fue el causante del aburrimiento de la pugna, no se le pueden dar al tagalo un buen número de episodios en los que sólo golpeó el aire y se encontró con múltiples esquivas dinámicas y con un par de jabs, trabajo que aunque parezca pobrísimo resulta suficiente para otorgarle el asalto al “Chacal”.

El debate que ha perseguido toda la carrera de Rigondeaux, por lo tanto, se mantiene, oscilando las opiniones entre los que le valoran como un genio pugilístico de dimensiones históricas y los que creen que sólo es una lacra para el boxeo profesional. En cuanto a las consecuencias del enfrentamiento, pese a la polémica y a los muchos que le vieron ganar, Rigondeaux se queda sin corona mundial y deberá esperar a que PBC le consiga una nueva oportunidad a la que muchos aficionados se opondrán, mientras que Casimero, aunque tuvo una flojísima actuación, retiene un cinturón que le mantiene en pie como posible adversario del ganador de una planeada unificación entre Inoue y Donaire.