Emmanuel Rodríguez fue derrotado por Reymart Gaballo en gran candidato a robo del año

Daniel Pi
@BastionBoxeo

Mohegan Sun Casino, Uncasville, Estados Unidos. En juego un provisional título interino WBC del peso gallo.

Muchos recordarán cómo terminó la temporada 2018 de PBC, o sea con una velada marcada por la controversia en las peleas Charlo-Harrison y Charlo-Korobov. Pues bien, la última velada importante de este conglomerado para el año 2020 (restará una cartelera más de menor importancia) de nuevo estuvo afectada por malos veredictos, siendo uno de ellos un evidente candidato a robo del año.

Y es que el exmonarca mundial puertorriqueño Emmanuel “Manny” Rodríguez 19(12KO)-2(1) increíblemente salió derrotado de forma dividida ante el invicto filipino Reymart “Assassin” Gaballo 24(20KO)-0 a pesar de que sin duda impuso su habilidad y pareció evidente merecedor de la victoria. El juez David Sutherland acertó al dar 118-110 a favor de Rodríguez, existiendo consenso de que esta puntuación (asalto arriba o abajo) es la adecuada, si bien los otros dos jueces «vieron» como ganador a Gaballo, siendo estos John McKaie, que dio un increíble 115-113 y Don Trella, que dio un 116-112 corrupto hasta la médula.

Aunque Gaballo es un púgil peligroso y con mucha pegada, su desventaja en experiencia de calidad salió a relucir muy claramente en la pugna, debiéndose señalar también que Rodríguez aprendió la lección extraída del combate ante Naoya Inoue y acertadamente rehuyó el cruce de golpes y se apoyó en su ágil juego de piernas. Así, “Manny” se mantuvo fuera del alcance de un Gaballo que intentó conectar, sin éxito, sus potentes golpes de poder y que además recibió contragolpes claros en gancho zurdo y directo.

De hecho, Rodríguez leyó tan bien los agresivos mazazos de su oponente que cada vez encontraba huecos más nítidos para sus puños, impactando en el cuarto round un directo a la contra acompañado de un hook zurdo que hicieron que Gaballo se tambalease hasta caer sobre las cuerdas. El árbitro no realizó cuenta y muchos se centraron en el hecho de que Gaballo, aunque lo pareció, no llegó a tocar la lona con el guante, pero el hecho es que fue el ensogado el que evitó que el púgil cayese y, por ello, según las normas se debería haber contado como un knockdown.

En cualquier caso ese fallo del tercer hombre no debería haber importado si los jueces hubiesen hecho su trabajo debidamente, ya que Rodríguez siguió dominando las acciones con un boxeo móvil y dejando detalles de calidad, como rápidas salidas hacia la derecha de su rival acompañadas por gancho diestro, hasta que pasado el ecuador su desplazamiento disminuyó y Gaballo tiró de tesón para llegar con algunos directos de forma más constante.

Con todo, en el décimo round a Rodríguez (que sacudió a su rival con un jab) ya le había llegado un segundo aire, por lo que en los últimos episodios volvió a reanudar su dominio con una buena movilidad, excelente selección de golpes desde la distancia larga y media-larga y con plásticas esquivas.

Podríamos hablar de que este fue un ejemplo más de un extendido mal entre los jueces estadounidenses, que valoran hasta el extremo poseer la iniciativa, pero el hecho es que ni siquiera por esa tendencia se podría justificar este veredicto, ya que simple y llanamente hubo un boxeador evidentemente superior, Rodríguez, y un púgil que pese a ser dominado y desdibujado recibió la victoria de forma completamente injusta, Gaballo.

En base a esto, y si no lo remedia el WBC, Gaballo se ha convertido en retador obligatorio del campeón Nordine Oubaali, inmerecida oportunidad por cómo la ha logrado y en la que de todos modos el monarca no debería tener problemas para imponer su combinación de fortaleza y destreza y retener su cinturón.