Floyd Mayweather consolida cada día su legado… como uno de los boxeadores con una influencia más negativa en el pugilismo

Daniel Pi
@BastionBoxeo

Por el boxeo profesional han pasado todo tipo de personas: gente con una bondad impresionante y criminales abyectos; tiburones de las finanzas que se hicieron a sí mismos y personas que no sabrían llegar a fin de mes ni aunque tuviesen todo el dinero del mundo; empresarios, entrenadores y púgiles con una astucia pasmosa y tantos otros con una ignorancia que les lastró de forma terrible, etc. Con todo, son muy pocos los púgiles que puedan decir que han dejado una huella duradera al crear una tendencia imitada por los boxeadores que llegaron tras ellos.

Ciertamente, hay veces que las tendencias han sido de orden estrictamente pugilístico, irrumpiendo personas que hicieron un cambio en la forma de entender la estrategia o la ejecución técnica, y a quien se les debe que el boxeo haya ganado en profundidad e interés. Por otro lado, otros boxeadores han sido el punto de partida para aspectos más espinosos, como el posicionamiento político/social en el deporte, siendo diversas las interpretaciones que se puedan extraer en función del contexto y de los agentes participantes. Sin embargo, es difícil pensar en un ejemplo reciente de un boxeador que haya sido el iniciador de una tendencia tan influyente y tan esencialmente negativa como Floyd Mayweather Jr., siendo además su arquetipo uno que se aleja todo lo posible de la órbita deportiva para adentrarse en la ambición económica descarnada y sin prejuicios.

Asimismo, su alocada carrera por sumar números a su cuenta bancaria ha ido acompañada del repulsivo fingimiento de que es el mejor boxeador de la historia, o uno de los 10 mejores, cuando esto resulta impensable para él mismo y para cualquier historiador del pugilismo; no es viable desde ninguna perspectiva posible comparar sus méritos a los de boxeadores como Sugar Ray Robinson, Harry Greb, Sammy Langford, Joe Gans, Willie Pep, Benny Leonard, etc.

Sea como sea, Mayweather ha creado tres nuevas tendencias, que a menudo se entrelazan, y que están pesando como una losa sobre el boxeo actual, siendo estas la obsesión por estar invicto, evitar los combates más peligrosos en el momento oportuno e impulsar los “combates circo”.

Estar invicto como Mayweather
Es evidente que a nadie le gusta ser derrotado, y menos aún en un deporte en el que ser vencido implica recibir puños. Con todo, aunque otros en el pasado han dado importancia al cero en su casillero de derrotas, antes de la entrada de Mayweather nadie había instrumentalizado de una manera equivalente la historia de estar invicto. Además, a diferencia de otros boxeadores que se vieron arrastrados por el entusiasmo de la prensa, fue el propio Mayweather el que dejó claro que el hilo conductor de su carrera, y su supuesta candidatura entre los más grandes, era su cero en derrotas, que por cierto era totalmente artificial si tenemos en cuenta que perdió combates aunque los jueces dijeran lo contrario, viéndose en este y otros momentos el apoyo total a sus objetivos por parte de la élite de la industria boxística.

Desde que Mayweather se “retiró” y lo hizo “invicto”, nadie puede negar que ha crecido desmesuradamente la obsesión por estar imbatido, algo que ha tenido efectos evidentemente negativos entre muchos boxeadores que han preferido evitar ciertos duelos para no arriesgarse a una derrota, disminuyendo sus legados de forma permanente. Por otro lado, además del estatismo en la cumbre de muchas categorías en las que se valora más estar invicto que el prestigio ganado en combate, esto se ha notado de forma evidente en los prospectos, negándose muchos de ellos a asumir peleas adecuadas para su desarrollo por el riesgo de sufrir un primer tropiezo, cayendo posteriormente por no tener la experiencia adecuada. Asimismo, la importancia que se le da al no tener derrotas es tal que para algunos prospectos sufrir un primer revés ha supuesto casi una fractura de su confianza de manera definitiva.

Aunque podríamos seguir tratando este tema indefinidamente poniendo más ejemplos, lamentándonos al recordar cómo se encaraba el boxeo en otras eras o hablando del “miedo” que tienen algunos jueces de ser participes en la primera derrota de un invicto, es una muestra significativa de hasta qué punto ha llegado la situación si tenemos en cuenta que hace muy poco un prestigioso articulista estadounidense afirmó que verdaderamente era un drama crucial sufrir una primera derrota…

Matchmaking oportunista
En cuanto a la cuestión de evitar combates, los fans acérrimos de Mayweather todavía dicen que no eludió a nadie, pero si tenemos un mínimo realismo somos conscientes de que hubo diversos duelos que nunca disputó y otros que disputó años después de que sus peligrosos oponentes potenciales hubiesen perdido en gran parte su nivel de amenaza. Es de justicia señalar que Mayweather hizo un uso sensacional del matchmaking para sus propios intereses (o sea evitar derrotas y dar lustre aparente a su récord) y que conservó mejor su rendimiento con el paso del tiempo que sus oponentes, si bien el uso de un suero/agente enmascarador ilegal para el que recibió un permiso especial retroactivo pone sobre esta cuestión un gran asterisco.

En cualquier caso, su predilección por intentar anotarse tantos a través de las comparaciones indirectas, o sea superando a oponentes que habían vencido a los boxeadores que más le demandaban como rivales los aficionados, se ha convertido en una de las preferencias de muchos monarcas actuales, algunos de los cuales no dejan de repetir en bucle que no les dan oportunidades a ciertos contendientes porque ya vencieron más contundentemente a púgiles que les derrotaron o contra los que ellos no lucieron.

Por otra parte, no es necesario esforzarse mucho para recordar divisiones que durante los últimos años han estado estancadas hasta el extremo en su cumbre por la voluntad de sus titulares de “ser astutos como Mayweather” eligiendo a su siguiente contrincante, desaprovechando estos sus picos de rendimiento a la vez que naufragan hasta la indiferencia de los fans, repercutiendo ello negativamente en sus deseos de “ser tan ricos como Mayweather”. De hecho, en algunos casos más que deportistas, algunos boxeadores parecen haber hecho una completa transición hasta convertirse en banqueros o brokers teniendo en cuenta su desprecio por los logros pugilísticos y sus exclusivas preocupaciones por el dinero, siendo el autoproclamado “Money” un evidente culpable en afianzar esta tendencia.

El circo en el boxeo
Finalmente, y llegando al tema que ha motivado este artículo, Mayweather ha sido quien ha dado un impulso decisivo a los “combates circo” que cada día están más de moda. Podemos recordar uno u otro precedente anterior, pero el hecho es que hasta que Mayweather no disputó su “duelo” contra McGregor y su espantosa exhibición ante Nasukawa no existía un interés extenso por ser partícipe en ese tipo de pantomimas. Siendo Mayweather algo así como un icono pop en ciertos sectores no boxísticos, fue su paso adelante (o hacia atrás, depende de cómo se mire) lo que motivó que un grupo de idiotas con canales de YouTube decidiera intentar degradar el noble arte con sus pataletas inmaduras.

La cuestión de los “combates” de youtubers ha seguido un recorrido muy curioso, puesto que inicialmente había unanimidad sobre que eran una lacra que se tenía que extirpar. Sin embargo, con el paso de los meses, y viendo muchos que se puede ganar dinero arrimándose a ellos, son cada vez más los cronistas, promotores, matchmakers, boxeadores profesionales, etc. que están dispuestos a ser partícipes y respaldarlos. Muchos dicen que lo importante es que la gente mire el boxeo, sea para bien o para mal, y que la atención que despiertan los youtubers no le hace ningún daño al pugilismo. Con todo, esto simplemente no es cierto.

Primeramente, que alguien tenga muchos seguidores en sus redes sociales o que reciba millones de retweets no implica en absoluto que vaya a implicar a sus fans en una nueva actividad. Si alguien lo duda, sólo tiene que preguntarle a DAZN por qué apostó de forma tan breve y puntual por los combates de youtubers si supuestamente dan tantos ingresos y arrastran tantas miradas: el hecho es que los gastos no compensaron los beneficios y que la plataforma descartó esta idea para centrarse en boxeadores profesionales como Canelo, Golovkin y Joshua, entre muchos otros.

Y es que no hace falta ser sociólogo para entender que muchos de los seguidores de ciertos youtubers, que basan sus canales en bromas absurdas, provocaciones a otras personas, conductas humillantes y vidas tan planas como intrascendentes, pueden tener dificultades para sentirse identificados con un deporte que exige tanto sacrificio y disciplina como el boxeo. Es decir, para entender el boxeo no hace falta ser un estibador de una de las más grises y pobres ciudades británicas, un estadounidense que para ir hasta su casa tiene que pasar por el territorio de tres bandas, un ruso que ha crecido entre lobos y castigos soviéticos ni un filipino que tenía que ir al colegio con un machete en la mano. Sin embargo, pensar que la conducta y el “ejemplo” extremadamente superficial y voluble de ciertos youtubers va a atraer a fans fijos y comprometidos al boxeo o participantes que van a estar dispuestos a cumplir con los sacrificios y los rigores del boxeo es, cuanto menos, una grave simplificación.

Además, no hay que olvidar que ciertos youtubers y no boxeadores implicados en estos eventos (en los que se ha pretendido ponerlos al mismo nivel que los púgiles profesionales) tras ser derrotados en sus exhibiciones han tenido rabietas en las que han dicho cosas como que el pugilismo es el deporte más corrupto del mundo, que es una basura a la que no vale la pena acercarse y que el boxeo está muerto. ¿Qué bien les hacen entonces sus miles de seguidores y retweets al noble arte?

Por otro lado, hay que preguntarse, incluso si dan enormes ingresos, ¿de verdad queremos que ciertas personas se involucren en el boxeo? En cuanto al Mayweather-Paul de este domingo, la promoción del combate ha girado en torno a las amenazas de muerte del primero al segundo después de que éste le quitase una gorra y saliese corriendo. Alguien dirá que recuerda a un boxeador profesional mirando a los ojos a otro en un cara a cara de una conferencia de prensa antes de decirle que lo va a matar, pero estos comportamientos son condenados unánimemente y todo buen aficionado sabe que no reflejan el espíritu del boxeo. En el peor de los casos dichas horribles afirmaciones son pasadas por alto como una práctica promocional inadecuada para un combate entre dos personas que están poniendo un enorme esfuerzo y el peso de sus carreras en juego. No obstante, poner al mismo nivel el esperpento del Mayweather-Paul, al más puro estilo pressing catch, no es justo, además no habiéndose producido en este caso ninguna condena y habiendo llenado páginas de todo tipo de medios las promesas de asesinato de Mayweather a Paul en lo que señalan falsamente como “el combate de boxeo del año”.

Por si esto fuese poco, además, si alguien tiene el valor de leer las contribuciones a un chat en el que fans no boxísticos debaten sobre el Mayweather-Paul se puede convertir al momento en un pesimista sobre el futuro de la humanidad, dado que los “conversadores” recurren constantemente a insultos que van más allá de la barbarie y que cubren todo tipo de conductas nocivas, incluidas en gran número las amenazas de muerte o de daños físicos severos. Así, de nuevo hay que preguntarse, ¿de verdad un deporte como el boxeo, que tan duramente es criticado sin motivo, necesita ser asociado con esta gente?

Conclusión
Para terminar se debe hacer por lo tanto una doble reflexión, siendo una si el dinero lo justifica todo. Sin duda eventos de youtubers pueden generar ingresos si son vendidos de la manera adecuada, pero ganaríamos más si hiciésemos que las dos cantantes pop más famosas del momento peleasen, o si lo hiciesen dos políticos o quizás convictos… Con todo esto sólo sería una inmoralidad en lo general y en lo deportivo, y por mucho dinero que se extrajese no quedaría justificado. Tampoco tienen sentido los “duelos” con participación de youtubers y darles un ápice de legitimidad o compararlos a combates profesionales es una atrocidad, al igual que utilizarlos para quitarles oportunidades y bolsas a boxeadores que llevan toda su vida trabajando por ellas.

Otra de las reflexiones es, ¿por qué tiene que pasar esto sólo en el boxeo? No vemos carreras de atletismo de youtubers, partidos de fútbol o partidillos post-partido de youtubers, ni partidos de tenis de youtubers… Al contrario, existe una obsesión por involucrarlos exclusivamente en el boxeo que es muy preocupante y que difícilmente puede ser casual si tenemos en cuenta el poder que posee la élite económica de la industria pugilística.

En definitiva, aunque Mayweather no es el culpable de todas las cosas malas que pasan en el boxeo actual, ha creado unos precedentes nefastos y ha colaborado para el asentamiento de pésimas tendencias que están muy vigentes en la actualidad, siendo una de ellas la estupidez de las “exhibiciones” como la del domingo. La solución, o más bien el antídoto, contra estas si se quiere atraer miradas al boxeo es intentar conseguir acuerdos para que haya boxeo profesional en abierto (y a una buena hora) en las televisiones y que se produzcan cuantos más combates entre la élite mejor, todo ello a la vez que se debe intentar mostrar a la gente que un duelo profesional en la otra punta del mundo y entre dos desconocidos puede ser un gran aliciente si está bien emparejado, al igual que un partido de una liga de fútbol extranjera. Por lo demás, no hay atajos ni debería haberlos, y quien crea que tras ver un combate de youtubers van a producirse oleadas de nuevos aficionados dispuestos a comprar todas las entradas disponibles y a ver eventos en Tailandia y Tanzania, no puede estar más equivocado.