Gervonta Davis

No, la carrera profesional de Gervonta Davis no va a acabar en la cárcel

Daniel Pi
@BastionBoxeo

Aunque hace ya bastantes días que la historia se conocía por diversas fuentes, entre ellas páginas de cotilleos norteamericanas cuyos relatos fueron compartidos por numerosos aficionados a través de foros y redes sociales, finalmente la pasada semana se confirmó de manera oficial que Gervonta Davis había sido acusado de 14 cargos relacionados con un incidente de tráfico. Resumidamente, Davis conducía, con su licencia suspendida, un Lamborghini por su ciudad de residencia, Baltimore (Estados Unidos), cuando se saltó un semáforo en rojo, golpeo el lateral de otro coche ocupado por cuatro personas y posteriormente se escapó de la escena sin prestar ayuda y sin identificarse.

Por estos hechos, el fiscal del estado de Maryland ha presentado cargos que sumarían hasta para una condena de siete años de cárcel, de modo que en varios medios se ha asegurado y se sigue afirmando que la carrera de Davis está en la cuerda floja y que seguramente podría terminar truncada tras una larga estancia en prisión. Pues bien, esto simplemente no es así.

Primeramente, por desgracia, hay una larguísima lista de deportistas estadounidenses que han cometido todo tipo de delitos y que se han encontrado con que (pese a toda su vacía palabrería protestando contra el poder de los ricos y poderosos) ellos mismos han sido tratados de manera privilegiada en los tribunales, en muchos casos incluso retirando los fiscales a última hora y de forma espantosamente arbitraria las acusaciones más graves.

Y es que, entre muchas otras cosas, al poder político, a los lobbies, patrocinadores, etc. les interesa mantener a los deportistas estrella en sus puestos aunque cometan delitos gravísimos: sólo hace falta mirar el caso de Mike Tyson, que cumplió dos años de una sentencia ridículamente baja de seis antes de ser sacado a las callas y terminar finalmente siendo tratado como si fuese un héroe, cuando no es siquiera merecedor ni del más mínimo respeto. También se podría mencionar a modo de ejemplo el caso de Jermain Taylor, que no pisó la cárcel ni siquiera un día a pesar de herir de bala a su propio primo.

Por si estos y muchos otros casos no fuesen suficientes, además, el hecho es que hay incontables ocasiones en las que deportistas han evitado sus condenas simplemente a través de dar grandes cifras de dinero a sus víctimas a cambio de que retirasen los cargos. Esto ha sido recurrente en el caso de un gran amigo de Davis, Adrien Broner, que ha evitado varios juicios pagando cantidades grandísimas.

En definitiva, ya sea de mano de Davis, de un miembro de su equipo o de su promotora, es muy posible que las víctimas en el accidente de tráfico decidan rechazar cualquier opción de sostener acciones legales contra el púgil después de haber recibido una enorme suma. De no ser así, y si el caso siguiese adelante, seguramente la fiscalía y el juez terminarían degradando la pena hasta que Davis tenga que pagar con una multa y servicios comunitarios. Sólo en el caso de que se quiera contener a la opinión pública y se quiera fingir dureza, Davis llegará a pisar la cárcel unos pocos meses. No es algo que hayamos visto pocas veces y es sorprendente que muchos medios sostengan la teoría de que podría pasar más de media década en la cárcel cuando existen infinitos precedentes que nos señalan todo lo contrario.

Finalmente, esta historia de Davis nos muestra de nuevo dos cosas que están muy claras. Una que hay un sector de los púgiles estadounidenses que son peores que energúmenos y que no saben hacer otra cosa que generar desórdenes a la vez que protestan por el hecho de que los aficionados les miran con recelo y con una limitada cantidad de respeto. La otra cosa es que Davis, que está pendiente de otro juicio por golpear a su novia durante un partido de baloncesto y de otro más por participar en una pelea en un bar y que anteriormente fue denunciado por dar un puñetazo a un amigo (que posteriormente retiró los cargos bajo presión o pago), es una desgracia fuera del ring.

No sirven los absurdas justificaciones y no es posible seguir dándole crédito en su vida extradeportiva, puesto que se comporta como una amenaza constante y con ello mancha el nombre del boxeo, que ya tiene de por sí siempre acechando una jauría de detractores que quiere buscar cualquier escusa para intentar lanzarlo por el barro. Asimismo, tampoco sirve afirmar que lo único que importa es lo que hace en el cuadrilátero, porque precisamente por ser bueno en el ring sus malas acciones tienen mucho más eco y mucho más peligro de ser vistas como un ejemplo por sus numerosísimos jóvenes fans, que en el caso de Davis no están presenciando sus excentricidades o bravuconadas, sino delitos. Finalmente, son ya demasiadas veces las que Davis no ha dado el peso, por lo que tampoco es cierto que su vida privada no tiene nada que ver con su rendimiento.

De todos modos, seguro que Davis, como tantos otros boxeadores insignes antes que él, recibirá de parte de muchos medios y expertos una carta blanca para que siga comportándose todo lo mal que quiera, haciéndose los analistas los ciegos y los sordos a la vez que con el dedo señalan como envidiosos a sus acusadores… algo que resulta especialmente absurdo y patético teniendo en cuenta que hay muchísimo mejores boxeadores, más ricos y más prestigiosos que Davis que sí respetan las normas y tratan con respeto a la gente.