Sigue el ciclo de sobrevaloración y críticas a “Zurdo” tras victoria ante Dorticós
Daniel Pi
@BastionBoxeo
A menudo, las valoraciones que hacen de los boxeadores muchos medios y aficionados suelen ser resultadistas, basándose exclusivamente en si gana o pierde, nada más. Pero el caso del mexicano Gilberto “Zurdo” Ramírez 48(30KO)-1, actualmente campeón mundial unificado WBA-WBO del peso crucero, va más allá y resulta más curioso, ya que, aunque sólo ha sufrido una derrota oficial, se han producido mayúsculas oscilaciones respecto a cómo ha sido visto en todas las fases de su carrera, pasándose de la sobrevaloración más absurda a la crítica más severa, aunque quizás la verdad esté en cierto modo en un punto intermedio.
Inicialmente, Ramírez fue considerado un prospecto con muchísimo potencial en el peso supermedio a pesar de que el nivel de su oposición resultó bastante bajo y mostró claras limitaciones. Cuando logró una controvertida victoria sobre Vlasov, sus posibilidades se pusieron en duda demasiado pronto, si bien, increíblemente, fue alabado desmedidamente cuando se coronó ante un Abraham al borde del retiro y con un estilo a medida para él. Con todo, lógicamente su nada brillante reinado no tardó en ser denostado por muchos, que despreciaron completamente su boxeo, hasta el punto de que algunos expertos hablaban de él en un tono de completa burla.
Tras haber llegado a este punto, parecía que iba a ser difícil que la opinión sobre Ramírez cambiase de forma importante, especialmente cuando subió a un peso semipesado en el que podría encontrase con campeones mundiales verdaderamente muy difíciles. Sin embargo, de forma absolutamente increíble, Ramírez empezó a ser tratado por muchos como un boxeador imparable por sus triunfos ante veteranos castigados como Sullivan Barrera y Yunieski González. Así, “Zurdo” entró al choque contra Bivol con muchos, en un arrebato de locura, afirmando que el mexicano iba a aplastar al ruso, aunque en el ring se mostró que quienes afirmaban tal cosa no podían estar más equivocados.
De nuevo las críticas regresaron acompañando a su ascenso al peso crucero, y parecía que iban a ser definitivas esta vez, pero tras coronarse ante un Goulamirian casi un año y medio inactivo y que había vencido a Egorov cuestionablemente y unificar ante Billam-Smith, no pocos pasaron a considerar a Ramírez como el número 1 de la división y el único que podía cuestionar la hegemonía de Jai Opetaia. Pero, después de todo lo relatado, no debería sorprender que, tras su deslucida victoria unánime (115-112, 115-112, 117-110, Bastión Boxeo 117-110) del pasado sábado ante el cubano Yuniel Dorticós 27(25KO)-3(1), las críticas regresasen de nuevo.
Ciertamente, Ramírez dio motivos para que muchos no se sintiesen satisfechos con su desempeño. Y es que ante un oponente que sólo había peleado una vez en los últimos dos años y medio, que no se había medido a nadie de nivel alto desde su derrota ante Briedis en 2020 y que presenta un estado físico y un boxeo muy mermados respecto a su momento de plenitud, Ramírez perdió asaltos en la primera mitad dejándose encerrar en las cuerdas y siendo incapaz de contestar debidamente a la presión, que no era especialmente alta o habilidosa.
Posteriormente, con Dorticós siendo incapaz de sacar la larga derecha que tantos resultados le dio en su carrera, sin poder lidiar bien con el cansancio y la pérdida de explosividad y carente de variedad de recursos o buena defensa, “Zurdo” pudo tirar sus lentas y poco contundentes manos y terminar haciéndose con un muy claro triunfo. En él se vio ayudado por el descuento de un punto a Dorticós por reiteradísimos golpes bajos, aunque el factor decisivo fue el control del campeón durante toda la segunda mitad, en la que consistentemente ofreció un mayor trabajo que su oponente durante el round, escogió sus combinaciones con cierta astucia y explotó debidamente su posición de zurdo.
Después de este combate, se espera que Ramírez y Opetaia inicien las conversaciones para una triple unificación de cinturones mundiales que asentará a un claro número 1 de la división, mostrará hasta dónde llega el talento del australiano y culminará un capítulo más en la historia de vaivenes del mexicano, si bien, sea cual sea el resultado, seguramente este no será el último episodio de cambio de tendencia en la trayectoria de “Zurdo”.

The cycle of hype and criticism of “Zurdo” resumes after victory over Dorticós
Daniel Pi
@BastionBoxing
Media and fans often evaluate boxers based solely on whether they win or lose, but the case of Mexico’s Gilberto “Zurdo” Ramírez 48(30KO)-1, currently the unified WBA-WBO cruiserweight champion, is especially curious. Despite having only one official loss, public opinion has swung wildly throughout his career—from absurd overhype to harsh criticism. The truth probably lies somewhere in between.
Early on, Ramírez was seen as a highly promising prospect at super middleweight, even though his opposition was weak and he showed clear limitations. His controversial win over Vlasov led many to quickly doubt him, yet he was showered with praise when he claimed a title against Abraham, a boxer on the verge of retirement whose style suited him perfectly. All in all, his rather unimpressive reign was soon criticized by many, who dismissed his boxing entirely—to the extent that some experts spoke about him in a tone of outright mockery.
At that stage, it seemed unlikely that public perception would shift again—especially as he moved up to light heavyweight, where truly tough champions awaited. But surprisingly, Ramírez was hyped again after beating worn veterans like Sullivan Barrera and Yunieski González. Heading into his bout with Bivol, many absurdly claimed Ramírez would crush the Russian—only for the fight to prove them completely wrong.
Criticism returned when he jumped to cruiserweight, and it looked like it might become definitive. But after winning a belt from Goulamirian—who had been inactive for over a year and whose win over Egorov had been questionable—and then unifying against Billam-Smith, many began calling Ramírez the number one in the division and the only real challenge for Jai Opetaia’s dominance. So it’s no surprise that after Saturday’s uninspiring unanimous decision win (115-112, 115-112, 117-110; Bastion Boxing also scored it 117-110) over Cuban Yuniel Dorticós 27(25KO)-3(1), criticism once again began to resurface.
Ramírez certainly gave fans reason to be disappointed. Facing an opponent who had fought only once in the past two and a half years, hadn’t faced high-level competition since his 2020 loss to Briedis, and whose physical condition and boxing had clearly declined, Ramírez lost early rounds, as he got trapped against the ropes and struggled to handle pressure that wasn’t even particularly intense or skilled.
Later, with Dorticós unable to effectively throw the straight right hand that had been key throughout his career—as well as battling fatigue, reduced explosiveness, limited tools, and poor defense—Ramírez was able to land slow, soft punches and take clear control of the fight. He also benefited from a point deduction to Dorticós for repeated low blows. The decisive factor, however, was the champion’s control throughout the second half of the fight, during which he consistently outworked his opponent each round, selected his combinations with a measure of cleverness, and made effective use of his southpaw stance.
Now, Ramírez and Opetaia are expected to begin talks for a three-belt unification bout—one that will crown a definitive number one in the division, reveal the true extent of Opetaia’s talent, and mark another chapter in Ramírez’s rollercoaster career. In any case, whatever the result, it likely won’t be the final shift in Zurdo’s winding journey.